Abrimos las urnas. Ahora tenemos que abrir las fosas de los muertos del coronavirus.
Con más de 40,000 personas afectadas, capaces de contagiar a su vez a tres veces más, y con una cifra de muertos que crece tenebrosamente cada día, no podemos esperar milagros en este combate.
Para agravar más el panorama, la disponibilidad de camas en los centros hospitalarios se reduce cada día, presagio de un pronto colapso del sistema de atenciones en la salud.
Y si a esta realidad agregamos el ominoso dato de que las salas de emergencia de clínicas privadas y hospitales se van llenando de personas sintomáticas y asintomáticas, es para que ya pongamos en práctica un modelo de cuarentena más eficiente.
En el saldo de los traumas causados por la pandemia no podemos pasar por alto el costo de los tratamientos en que han incurrido los 20,000 ciudadanos que se recuperaron, más lo que están gastando, hoy, los más de 40,000 contagiados.
Es una enorme tragedia la que estamos viviendo. Si la democracia vivió una esplendorosa fiesta de la voluntad popular, ahora nos toca la hora de enfrentar el desastre pandémico y el sanitario.
Lo que han traído las segundas olas del coronavirus en otros países que ya estaban marchando hacia la recuperación, es lo mismo que nos puede pasar –y ya lo estamos viendo- todos nosotros.
¡Que Dios nos proteja!
VIA.LISTINDIARIO.COM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario