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Santo Domingo.-Debemos recordar que el 24 de abril de 1965, al mediodía, un grupo de oficiales, clases y soldados comandado por el entonces capitán Mario Peña Taveras, hicieron prisionero al jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional, general Marco Riveras Cuesta, quienes llamaron al programa Tribuna Democrática que dirigía José Francisco Peña Gómez, comenzándose así la revolución constitucionalista.
Uno de esos militares, Luis Gilberto Marmolejos, da su testimonio:
“Me incorporé al movimiento, para derrocar al gobierno ilegítimo del triunvirato, un año antes de la revolución, a través del sargento Darío Liriano, mensajero de la Secretaría de las Fuerzas Armadas.
“Me incorporé al movimiento, para derrocar al gobierno ilegítimo del triunvirato, un año antes de la revolución, a través del sargento Darío Liriano, mensajero de la Secretaría de las Fuerzas Armadas.
“Estaba en la jefatura del Ejército como chofer de transportación del personal y de una manera u otra tenía contacto con muchos de los oficiales, clases y alistados que planificaban el derrocamiento del triunvirato, que así se llamaba el gobierno que los golpistas nombraron usurpando la voluntad popular, cuando había elegido libremente al presidente Juan Bosch el 20 de diciembre de 1962.
“Apresamos el Estado Mayor del Ejército, por orden del capitán Mario Peña Taveras, después de que el jefe de Estado Mayor, Marco Rivera Cuesta había detenido a un grupo de oficiales que organizaban el derrocamiento del triunvirato. La hoja se viró, de apresadores, el alto mando del Ejército pasó a ser apresado, por una orden acertada y oportuna del capitán Mario Peña Taveras y una acción relámpago del sargento Lantigua Bravo, quien dirigió la operación del apresamiento.
“Esa tarde estuvo cargada de momento de gran tensión. Una tensión inusitada en nuestras vidas. Toda la atención nacional se concentró en aquel momento en el espacio donde teníamos prisioneros a los altos mandos militares del Ejército. Con esa tensión amanecimos.
“En la mañana del 25, aviones P51 atacaron el área. Esto aumentó la presión, pero enardeció el ánimo de todos. Desde el primer momento sabíamos que estábamos jugando con candela.
“En la mañana del 25, aviones P51 atacaron el área. Esto aumentó la presión, pero enardeció el ánimo de todos. Desde el primer momento sabíamos que estábamos jugando con candela.
“Del material bélico sacamos las armas que pudimos y se las repartimos al pueblo. Nunca me había sentido tan feliz como aquel día en que repartiendo las armas el pueblo se sentía tan alegre para ir a combatir. La gente nos agradecía, nos bendecía. Se notaba el ansia que tenía el pueblo de abrazar su libertad. De luchar por sus derechos. Nadie se imagina lo que es el amor del pueblo por sus derechos.
“Después de ahí estuve en los combates del pueblo en el puente.
“El día más triste de mi vida; el día que recuerdo con más dolor, fue cuando llegué al Hospital Morgan y vi tantos cadáveres destrozados por el ametrallamiento de los aviones, barcos y la artillería de San Isidro el día 27 en la tarde. Aquel fue un momento de espanto y dolor que nunca olvido.
“El día más triste de mi vida; el día que recuerdo con más dolor, fue cuando llegué al Hospital Morgan y vi tantos cadáveres destrozados por el ametrallamiento de los aviones, barcos y la artillería de San Isidro el día 27 en la tarde. Aquel fue un momento de espanto y dolor que nunca olvido.
“Fui subcomandante del comando Villa Juana. Cuando mataron al comandante Núñez, pasé a ser el comandante. Ahí estuvo también Norge Botello, quien organizó la parte de la inteligencia. Después que combatimos en el cementerio por varios días, intenté cruzar a Ciudad Nueva, pero en el cordón que tiraron los americanos, fui reconocido y me apresaron siendo llevado a transportación donde me encontré con 15 ó 20 compañeros. Allí fui golpeado.
“A todos nos amarraron con alambre. Nos presentaron ante una formación general del personal militar. Después fuimos llevados a La Victoria, al pasillo de la muerte, donde no nos dejaban ver. En una ocasión mi padre fue buscándome y un policía le dijo que a mí me habían matado. Mi padre llorando, se fue a mi casa donde me hicieron los rezos.
“Pero yo estaba vivo. Al tiempo apareció una comisión de la OEA, que los enteró un preso, de que estábamos en el pasillo de la muerte en la cárcel de La Victoria. Nadie sabía dónde estábamos. Pero ese día dieron los nombres de todos, lo dieron a conocer por radio. Así sus familiares se enteraron.
Un raso feroz
“El entonces soldado raso, Severino Leocadio Castillo, alias “el Triunviro”, fue el hombre a quien el Capitán Mario Peña Taveras escogió, para que llamara al Dr. José Francisco Peña Gómez, a su programa Tribuna Democrática, para que le diera a conocer al pueblo la noticia, de que el Estado Mayor del Ejército había sido hecho prisionero por su personal de oficina.
“Severino Leocadio Castillo nos da el siguiente testimonio:
“Había llegado con los cheques, para pagarle el personal ese sábado 24 de abril, antes de la doce del mediodía.
“Había llegado con los cheques, para pagarle el personal ese sábado 24 de abril, antes de la doce del mediodía.
“A los pocos minutos, el capitán Mario Peña Taveras me ordena revisar las armas, para ver, entre otras cosas, si tenían la aguja de percusión, ya, al parecer, el capitán tenía la intensión de ordenar el apresamiento del Estado Mayor, porque ya éstos habían hecho prisioneros a varios de los oficiales que estaban involucrados en el posible derrocamiento del gobierno de facto del triunvirato.
“Cumplí con la orden que se me había dado. Fui y le informé que todo estaba correcto.
“Cumplí con la orden que se me había dado. Fui y le informé que todo estaba correcto.
“Al cabo de un rato, el capitán Mario Peña Taveras, ordena subir por cada una de las escaleras que daban acceso a donde estaban reunidos los miembros de la jefatura del Ejército, para apresarlo.
“Yo avancé en el grupo que encabezaba el sargento Lantigua Bravo, que fue el primero en entrar donde estaba el jefe de Estado Mayor, el cual, con el arrojo y la determinación del legendario sargento, hicimos prisioneros.
“Una vez se había consumado el apresamiento de estos, el Capitán Mario Peña Taveras me ordenó llamar a Tribuna Democrática, que era un programa del Partido Revolucionario Dominicano, dirigido por José Francisco Peña Gómez.
via:www.elnacional.com.do
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