Madres unidas por vocación
El próximo martes 27 de este mes entregan los premios Eladia Cuello al Ballet Clásico en Bellas Artes.
Anna Karina y Giselle Marie Cuello nacieron entre tules, música clásica, brillo y escarcha. En sus primeros años de infancia flotaban en una nube de fantasía en compañía de su madre, la bailarina Eladia Rodríguez de Cuello. Se sentían que eran las niñas más felices del mundo, por vivir de esa forma tan maravillosa. Sumergidas en una vorágine cultural y de amor filial que les proporcionaba su progenitora.
En 1976 el mundo de Gisell Marie y Anna Karina Cuello se derrumba en partes. Su madre murió a destiempo.
Fueron días difíciles, pero gracias a Dios, su padre, el doctor Sócrates A. Cuello asume los dos roles en la familia, y deciden seguir adelante sus estudios de ballet en la escuela de Clara Elena Ramírez.
Ambas bailarinas cuentan su historia en el Palacio de Bellas Artes, donde el próximo martes 27 de este mes entregarán los Premios Eladia de Cuello al Ballet Clásico a las 7:00 de la noche.
La actividad se hace en honor a su madre, y también con el propósito de unir todas las academias, honrar los maestros, y dar a conocer los nuevos talentos, que ese día van a competir en el escenario.
Anna Karina Cuello de Moya reabre en 1996 la Escuela de Ballet Anna Pavlova, motivada por el deseo de dar continuidad a la labor educativa que una vez emprendiera su madre en 1966, en la ciudad de Santo Domingo, con el objetivo de transmitir a sus alumnas la mística del ballet como arte y como expresión de los más nobles sentimientos de los seres humanos.
“Luego de nacer mi primer hijo decidí abrir la academia para dar continuidad al legado de mi madre, y de esa forma traspasarlo a futuras generaciones. Ahí doy clases a mis hijas María Eladia y Miranda Eladia, a Sofía la hija de mi hermana Gisell, y a la de mi hermano Sócrates, Priscila Eladia”.
va.listindiario.com
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